Redacción Noticias 19 abril, 2020

Escucho con inusitada frecuencia, las apelaciones por parte de la dirigencia opositora tanto a nivel local como nacional, en pos de acompañar y fortalecer tanto al Sr. Intendente como al Sr. Presidente de la Nación, en estos tiempos de Pandemia. 

“No es tiempo de pegar”, me dicen. “hay que ser responsables y no aparecer como buscando un rédito político cuando la gente está preocupada y en emergencia”. Hasta aquí, el razonamiento parece impecable pero el argumento no resiste análisis. Unidad no es unanimidad. Responsabilidad, no es complicidad y el que calla otorga y convalida. Lo podemos ver en las innumerables denuncias de contrataciones con sobreprecios (un clásico del kirchnerismo) y en las peligrosas maniobras que se están llevando a cabo en detrimento de la institucionalidad, afectando severamente al proceso democrático. Por ejemplo: En haras de la bendita responsabilidad, se calla, (salvo algunas tibias protestas) el despido de miles de empleados del estado que ingresaron durante la gestión Macri, los atropellos a la libertad de expresión, los despidos masivos (otra vez) en Radio Nacional, en medios de comunicación de TV abierta y por cable, el inaudito “ciberpatrullaje” en las redes sociales o la App de la Agencia Télam para denunciar a tuiteros o personas de las redes que critican con ferocidad a la gestión Fernández, un hecho gravísimo contra la libertad de expresión que Cambiemos en general, está tomando con una liviandad insoportable. 

Parecería que entre las propiedades aún no descubiertas del Covid 19, se encuentra la de mimetizar a las personas, especialmente a los políticos de la oposición, que en público y en privado, nos hablan de Alberto Fernández como si fuese Winston Churchill, olvidándose que es uno de los integrantes de la tríada que originó al kirchnerismo. Con todo respeto, el Covid 19 al igual que la muerte, no vuelve estadista ni decente a nadie que no lo fuera con anterioridad. 

Pero esto no es todo. Como mencionaba, ahora lo tenemos a Horacio Rodríguez Larreta sentadito en cada conferencia al lado del Presidente, convalidado que se hable de la pésima gestión de una administración de la cual era y es, uno de los principales referentes. ¿Cómo se explica la presencia de Larreta en la conferencia de prensa sobre la oferta a los bonistas en torno a la deuda tomada por Macri, sentado en primera línea junto al primer mandatario y a la Vicepresidenta, artífices primarios del descalabro de país que recibió Cambiemos y mentores de la permanente lucha callejera, piquetes y paros salvajes con 14 toneladas de piedras al Congreso incluidas? ¿Cómo se explica su presencia cuando se culpa a su ¿ex? jefe político de la toma de dicha deuda?

¿El barbijo lava culpas? ¿O tal vez esconde las propias y escandalosas compras de dichos adminículos con sobreprecios que el gobierno de C.A.B.A.  llevó a cabo o la denuncia del sitio “Periódico Tribuna”, sobre el pago de cinco millones de pesos a un hotel propiedad de una firma en la que su media hermana es socia y Directora Titular, (Midas Hotel Management S.A. – Hotel BA Central) para que aloje repatriados en cuarentena según Resolución Nº 67 / ENTUR/ 20   publicada en el Boletín oficial de la Ciudad?  

Esto es mucho más grave que los insoportables modismos supuestamente progres que adoptaron Larreta y sus “boys” (como la joven esperanza local Joaquín Sánchez Charró) que ahora hablan en inclusivo, mencionan el “todos y todas” (ya dicho) o el “Porteños” y “Porteñas”. Para colmo, aparece Gerardo Morales en modo nazi proponiendo colocar fajas a las casas de las personas que se encuentren realizando cuarentena. ¿En esto devino Cambiemos? 

La sociedad les está demandando que hagan lo que justamente Macri, Larreta, Lilita Carrió y otros le pedían a la gente; Salvar la República, cuidar la Democracia y no permitir la vuelta de la corrupción generalizada y la instauración de un régimen chavista. Pues bien, el régimen se instaló apalancado irónicamente, en la increíble oportunidad que la Pandemia le ofreció por el lógico miedo a la tragedia y el control social resultante de la cuarentena más un gobierno habilitado a hacer y deshacer a su antojo mediante el recurso del DNU, con un Congreso cerrado y un Poder Judicial que hizo la gran “Casildo Herrera”: “¿Yo? Yo me borré”. 

Nada más grave que esta oposición devenida en sopa chirle y tibia frente al avance de quienes se encuentran hoy, profundizando lo que hicieron durante doce años y nos llevó al estado en el que nos encontramos con el aditamento de un nuevo default.

Responsabilidad no es complacencia. El barbijo no es bozal. Como dice el gran Alejandro Borensztein, “Que el bicho no se coma la Democracia”.

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